No se sabe si es culpa del cambio climático o solo una cuestión de nombres, pero el tiempo se ha vuelto loco: ahora el bueno es el malo y el malo el bueno. Por ejemplo, cuando pedíamos que el mal tiempo no malograse la excursión
de fin de curso, pensábamos en algo así:
En otras palabras, pedíamos buen tiempo, o sea,
solecito, cielo azul, calorcito de verano. Y nos fue concedido con creces. En mala hora: tal vez insistimos demasiado. Os lo contamos con detalle.
Como sabéis, este año nos encontramos con que el 12 de junio caía en lunes y lugares como el Parque de Atracciones, el Parque Warner y otros destinos estaban cerrados. Optamos por respetar el puente, cambiar la fecha y hacer menos kilómetros. Así, el 18 de junio salimos de viaje con la intención de disfrutar de un día tranquilo y familiar.
Por la mañana, nos acercamos a ver el zoo de Fresno el Viejo, en la provincia de Valladolid.
Fresno nos parece un buen destino para ir a pasar el día en grupo o en familia. Tiene un interesante museo etnográfico que exhibe objetos de la vida cotidiana hoy prácticamente desconocidos; un aula de la naturaleza que habla de la vida salvaje de la zona; un mirador desde el que se divisan campos y pueblos de muchos kilómetros a la redonda; una bodega tradicional con una sorprendente exposición de escenas sobre el vino realizada ¡en plastilina!; una iglesia del siglo XII y una ermita del XVI; un merendero junto a un parque infantil para pasar la tarde… Y en noviembre, la escenificación de la donación de la villa en 1116 por parte de la reina Doña Urraca a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. En ella participa todo el pueblo ataviado con trajes de época y atrae, por lo visto, a muchos visitantes. Y por si os animáis a pasar un fin de semana, tiene también un par de casas rurales y al menos un mesón, para bien comer.
Pero el objeto de nuestra visita era el Parque Zoológico La era de las aves. Cuando llegamos, a eso de las 10:00, el calor ya apretaba de lo lindo, aunque los difusores de agua lo disimulaban. Creemos que los niños lo disfrutaron mucho porque había animales para ver, pero también para tocar, para dar de comer y para montar, además de juegos varios, tirolina, juguetes, tobogán, minigolf y libertad para moverse por todo el recinto a su aire.
Después continuamos viaje al Valle de los 6 Sentidos.
Para los que no lo conozcáis, el valle es un gran parque infantil de tipo tradicional, pero con atracciones grandes y robustas, diseñadas en madera, metal y cuerda, muchas de ellas también para adultos. No es un lugar espectacular ni está en su mejor momento: algunas instalaciones necesitan reparación, el restaurante está cerrado y el bar también, pero en el local tienen una máquina de snacks, otra de café, polos y helados y... aire acondicionado. También hay taquillas gratuitas, para no cargar todo el día con la bolsa del picnic. En conjunto, el parque es bonito, entretenido, divertido, variado e interesante para chicos y grandes. En definitiva, un lugar ideal para pasar una laaarga y agradable tarde de primavera, que no era el caso.
Llegamos ya bien pasada la una y corrimos a refugiarnos a la sombra de los árboles del merendero.
Verde, sí, pero sin difusores que disimularan la tórrida, infernal, escandalosa temperatura. Ya para entonces nos preguntábamos por qué solíamos llamar a esto buen tiempo. De hecho, en aquellos momentos habríamos pagado por un buen rato de mal tiempo, sí, ese que habíamos repudiado, el de la primera foto, refrescante, vivo, renovador. ¿Os acordáis?
Pero nada. La realidad se parecía más a esto:
Por la mañana, nos acercamos a ver el zoo de Fresno el Viejo, en la provincia de Valladolid.
Fresno nos parece un buen destino para ir a pasar el día en grupo o en familia. Tiene un interesante museo etnográfico que exhibe objetos de la vida cotidiana hoy prácticamente desconocidos; un aula de la naturaleza que habla de la vida salvaje de la zona; un mirador desde el que se divisan campos y pueblos de muchos kilómetros a la redonda; una bodega tradicional con una sorprendente exposición de escenas sobre el vino realizada ¡en plastilina!; una iglesia del siglo XII y una ermita del XVI; un merendero junto a un parque infantil para pasar la tarde… Y en noviembre, la escenificación de la donación de la villa en 1116 por parte de la reina Doña Urraca a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. En ella participa todo el pueblo ataviado con trajes de época y atrae, por lo visto, a muchos visitantes. Y por si os animáis a pasar un fin de semana, tiene también un par de casas rurales y al menos un mesón, para bien comer.
Pero el objeto de nuestra visita era el Parque Zoológico La era de las aves. Cuando llegamos, a eso de las 10:00, el calor ya apretaba de lo lindo, aunque los difusores de agua lo disimulaban. Creemos que los niños lo disfrutaron mucho porque había animales para ver, pero también para tocar, para dar de comer y para montar, además de juegos varios, tirolina, juguetes, tobogán, minigolf y libertad para moverse por todo el recinto a su aire.
Después continuamos viaje al Valle de los 6 Sentidos.
Para los que no lo conozcáis, el valle es un gran parque infantil de tipo tradicional, pero con atracciones grandes y robustas, diseñadas en madera, metal y cuerda, muchas de ellas también para adultos. No es un lugar espectacular ni está en su mejor momento: algunas instalaciones necesitan reparación, el restaurante está cerrado y el bar también, pero en el local tienen una máquina de snacks, otra de café, polos y helados y... aire acondicionado. También hay taquillas gratuitas, para no cargar todo el día con la bolsa del picnic. En conjunto, el parque es bonito, entretenido, divertido, variado e interesante para chicos y grandes. En definitiva, un lugar ideal para pasar una laaarga y agradable tarde de primavera, que no era el caso.
Llegamos ya bien pasada la una y corrimos a refugiarnos a la sombra de los árboles del merendero.
Verde, sí, pero sin difusores que disimularan la tórrida, infernal, escandalosa temperatura. Ya para entonces nos preguntábamos por qué solíamos llamar a esto buen tiempo. De hecho, en aquellos momentos habríamos pagado por un buen rato de mal tiempo, sí, ese que habíamos repudiado, el de la primera foto, refrescante, vivo, renovador. ¿Os acordáis?
Pero nada. La realidad se parecía más a esto:
El caso es que habíamos ido a disfrutar del parque así que, después de comer, y echándole valor, salimos de la calurosa sombra a la ardiente aventura. Así, tal cual, sin abanico ni nada. Horror: el agua caliente, el aire caliente, los toboganes calientes, y la cabeza… derretida. Los peques aguantaban el tipo a base de manguera y chapuzones furtivos (y porque deben llevar de serie algún tipo de termorregulador a prueba de temperaturas extremas) mientras los adultos arrastrábamos los pies y el cuerpo pesada y lastimosamente. No hacíamos ni fotos. Era inhumano.
Total, que a media tarde plegamos velas y regresamos a casa huyendo del buen tiempo que el cielo nos concedió.
Moraleja: cuando le pongáis vela al santo de turno para que os haga
bueno en ese día tan especial, dejadle claro qué queréis decir con bueno.
Y hasta aquí podemos contar, señoras y señores, que esta crónica se acabó, y el curso también.
Y hasta aquí podemos contar, señoras y señores, que esta crónica se acabó, y el curso también.
Ke bien lo pasamos!!el único problema el calor k nos hizo k era insoportable!!
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